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Llevaban ocho horas arriba del auto. El pronóstico se había equivocado una vez más y no había llovido. El calor de enero a la siesta en esa ciudad de cemento y hormigón era insoportable. Era un auto modelo 95... no tenía aire acondicionado. Bajar las ventanillas no parecía una buena opción porque del asfalto emanaba un vapor ardiente que invadía la estructura metálica y haciendo sentir todavía un par de grados más la temperatura.

A pesar del calor, tomaban mate... amargo y con la yerba un poco lavada. No era de buen paisano tomar el mate frío, así que el mate humeaba incesante mientras uno manejaba y el otro trataba de ubicarse en el mapa.
Un bocinazo los sacudió de pronto y le hizo pegar un volantazo al que manejaba. Un colectivo viejo les había pasado raspando... Unos metros más adelante, el chirrido de una frenada y después chapas que se doblan, gritos y quejidos que se podían escuchar incluso entre el ensordecedor ronroneo de los motores.
- Doblemos acá - dijo el copiloto.
- ¿Estás seguro? Ya dimo como veinte vueltas y seguimos pasando por las mismas calles... Encima este cascajo pierda agua... En cualquier momento se para y no arranca más
Era un terrible augurio para quienes estaban en país extranjero, sin dinero y sin saber cómo llegar a donde iban.
- Dobla acá... sino nos vamos a quedar varados por el accidente. ¡No tengo idea de dónde estamos! Si no lo hubieras comprado vos, dudaría de que este mapa sea de acá...

Doblaron en la esquina y el auto se detuvo repentinamente. Con el envión logró estacionarlo más o menos cerca del cordón. Bajaron con el bolso de mano y el mate.
- No te olvidés del termo
Sin saber que rumbo seguir se miraron por un momento. De fondo se escuchaba el escándalo de sirenas de la ambulancia y la policía y un coro de voces lastimosas. Parecia grande el accidente.
Empezaron a caminar por esa misma calle en dirección a la costa. No había ninguna buena razón para hacerlo pero estar cerca del agua, con ese calor y en enero parecía un buen plan.
Caminaron varias cuadras y decidieron sentarse a la sombra de un árbol. ya cerca de la rambla. Había un televisor en el negocio justo en frente de donde estaban. De repente... lo inexplicable: sus caras junto a un sócalo que decía "prófugos" se veía en escena.
Con ojo desorbitados se miraron entre sí. ¿Cómo podrían fugarse sin tener antes el botín? ¡Había un error! El primer error había sido de ellos al no poder dar con la dirección que les habían indicado, pero... esto era demasiado! 
No había tiempo para encontrar explicaciones -ni el botín-. No debían encontrarlos. Salieron caminando a toda velocidad para alcanzar la rambla... allí encontrarían un barco en el cual acelerar la salida del país. Se dejaron sobre el banco el termo y el mate recién cebado.
Mientras seguía ahí, humeando el mate amargo, decía el reportero en las noticias que se buscaba a los dueños del auto abandonado en el centro de la ciudad, que seguramente se había dado a la fuga tras haber provocado el fatal accidente entre un vehículo particular y un viejo colectivo del transporte público. El saldo fatal era de quince víctimas.

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