- Hacés bien en irte. - ¿No me vas a detener? - No. - ¿Y vos pensás quedarte? - Al menos mientras sea de noche. La luz insiste en que no debo dejarte. - Entonces... mientras haya oscuridad algo de mí quedará por aquí, ¿verdad?
No podía cerrar la ventana... Desde hacía rato lo intentaba. Puse firmes mis brazos, me aseguré de que mis manos no resbalaran y me aferré con todos los dedos al borde.. ¡Al fin! Quedó cerrada y ya puedo volar lejos de aquí. Perdí algunas plumas con tanto esfuerzo, pero salvé mis alas de este encierro.